La música ens va recuperar León Felipe. Ara és convenient
anar fixant aquesta recuperació en el record. Cada dia de l’any seria bo per
fer aquesta tasca, però cal una mica d’ordre en la programació d’aquestes
arrels i dedicar l’atenció alguns dies assenyalats, ja sigui el naixement o la
mort o algun dia amb quelcom interessant.
El 18 de setembre de 1968 moria a Mèxic, sense haver
tornat de l’exili.
Wenceslao Roces, traductor per a Fondo de Cultura
Económica d’ El Capital de Karl Marx, un llunyà 1946, va coincidir amb León
Felipe al Madrid dels anys 20 i va participar en el que podria ser el primer
“crowfunding” que va permetre la publicació de
Versos y oraciones del caminante.
D’ell escriu l’any 1967 a Ciutat de Mèxic: “Empezó a sonar así por los caminos
del mundo la maravillosa música de este violín portentoso, todavía joven y
entero, mientras cante. Y cantarà siempre, aunque la coquetería dramàtica,
bíblica y hamletiana de nuestro gran León quiera hacernos creer que es ya un
“viejo y roto violín”.
XXVII
¡Qué me importa que se borren
los caminos de la tierra
con el agua
que ha traído esa tormenta!
Mi
pena
es porque esas nubes
tan negras
han borrado
las estrellas.
¿Qué me importa que se caigan
una a una y piedra a piedra
las antiguas
y modernas
filosóficas
escuelas?...
Mi
pena
es si viene a
tierra
también
la torre enhiesta
de mis
quimeras.
I com el millor ─y únic─ és sempre deixar parlar el
poeta, us deixo amb les paraules que va utilitzar per a presentar la Nueva
Antología Rota que li va publicar Finisterre a Mèxic.
PROVISIONAL TODO
Las antologías
són siempre una suerte de prestidigitación... Escamoteos y preferencias... Un
juego cortesano y temporal... Juglaría selecta... TRAMPAS.
Podemos elegir
los mejores naipes, descartarnos de peones y servidumbre... y quedarnos con la
gran baza en la mano..., con la baza brillante donde no haya más que triunfos.
Provisional todo.
La Historia y la
Poesía las hace el Viento... Y las antologías también, claro está.
El hombre trabaja,
inventa, lucha, canta... Pero el Viento es el que organiza y selecciona las
hazañas, los milagros, las canciones.
Contra el Viento
no puede nada la voluntad del hombre... Yo, cuando el Viento ha huido a su
caverna, me tumbo a dormir. Me despierto cuando Él me llama ululante y me
empuja. Escribo cuando Él me lo manda. Luego con lo que escribo hace Él un
revoltijo de cartas de las que no se salvarán seguramente mañana ni el As ni la
Reina.
El
viento es un exigente cosechero:
el
que elige el trigo, la uva y el verso...
el
buen vino
y
el poema eterno...
el
que sella el buen pan,
Y al final de cuentas, mi último antólogo fidedigno será
Él: el viento.
El Viento es el que se lleva a la aventura el discurso y
la canción... ¡El Viento!
Antólogos, historiadores, arqueólogos, coleccionistas...
¡el que decide es el Viento!
Pero a veces a mí se me quedan en la memoria,
en mi mala memoria, sin saber por qué, poemas o versos desglosados de un poema
largo y antiguo, versos míos rebeldes que se me agarran al ojal de la solapa
como una consigna o se me clavan en la cinta del sombrero como una escarapela,
para desafiar al Viento. Verso como estos, por ejemplo:
Y
es inútil que compongáis el viejo clavecín,
que
volváis a castrar a los acólitos
y
que digáis en los concilios:
cebaremos
tiplones para suplir a los poetas...
porque
lo que se ha roto... “es la canción”
¿oísteis?
Lo
que se ha roto... “es la canción”
De aquí he sacado el título que lleva esta
Antología. Pero no me hago ilusiones de que puedan salvarse ni estos versos
siquiera.
Me entrego
humildemente al Viento.
Y ahora que no
hay nadie aquí en mi casa ni en el campo, y comienza a soplar el vendaval, abro
la ventana otra vez y tiro al voleo, casi sin orden ni concierto, mi viejo
discurso y... mi rota canción.
L. F.