Pablo de la Torriente Brau va viure només trenta-cinc
anys i una setmana (12.12.1901- 19.12.1936). Va quedar mort sota el gel i fins
dos dies després no el van trobar. Algú explica que el que seria més tard Premi
Nobel de Literatura, Vicente Aleixandre, va escriure sobre el fet de que no li
podien tancar els ulls. Miguel Hernández, amic seu, li va dedicar la
ELEGÍA SEGUNDA
“Me quedaré en España, compañero”
me dijiste con gesto enamorado
y al fin sin tu edificio tronante de guerrero
en la hierba de España te has quedado.
Nadie llora a tu lado:
Desde el soldado al duro comandante,
Todos te ven, te cercan y te atienden
Con ojos de granito amenazante,
Con cejas incendiadas que todo el cielo encienden.
Valentín (*) el volcán que si llora algún día
Será con unas lágrimas de hierro,
Se viste emocionado de alegría
Para robustecer el río de tu entierro.
Como el yunque que pierde su martillo,
Manuel Moral se calla
Colérico y sencillo.
Y hay muchos capitanes y muchos comisarios
Quitándote pedazos de metralla,
Poniéndote trofeos funerarios.
Ya no hablarás de vivos y de muertos,
Ya disfrutas la muerte del héroe, ya la vida
No te verá en las calles ni en los puertos
Pasar como una ráfaga garrida.
Pablo de la Torriente,
Has quedado en España
Y en mi alma caído:
Nunca se pondrá el sol sobre tu frente,
Heredará tu altura la montaña
Y tú valor el toro del bramido.
De una forma vestida de preclara
Has perdido las plumas y los besos,
Con el sol español puesto en la cara
Y el de Cuba en los huesos.
Pasad ante el cubano generoso,
Hombres de su brigada,
Con el fusil furioso
Las botas iracundas y la mano crispada.
Miradlo sosteniendo a los terrones
Y exigiendo venganza bajo sus dientes mudos
A nuestros más floridos batallones
Y a sus varones como rayos rudos.
Ante Pablo los días se abstienen ya y no andan.
No temáis que se extinga su sangre sin objeto,
Porque éste es de los muertos que crecen y se agrandan
Aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto.
(*) Fa referència a Valentín González “El Campesino”, que fou cap de la seva Unitat
Militar.
Miguel Hernández després de l'enterrament de Pablo.
Silvio Rodríguez va posar música a alguns dels seus
versos.
Rafael Alberti publica a la
revista Hora de España, al desembre de 1936, el poema Vosotros no caisteis, que inclourà posteriorment a Capital de la
gloria en el que, per la data de publicació es podria incloure el nostre
protagonista.
¡MUERTOS al sol, al frío, a la
lluvia, a la helada,
junto a los grandes hoyos que
abre la artillería,
o bien sobre la yerba, que de
puro delgada
y al son de vuestra sangre, se
vuelve melodía!
Siembra de cuerpos jóvenes, tan
necesariamente
descuajados del triste terrón que
los pariera,
otra vez y tan pronto y tan naturalmente
semilla de los surcos que la
guerra os abriera.
Se oye vuestro nacer, vuestra
lenta fatiga,
vuestro empujar de nuevo bajo la
tapa dura
de la tierra que al daros la
forma de una espiga
siente en la flor del trigo su
juventud futura.
¿Quién dijo que estáis muertos?
Se escucha entre el silbido
que abre el vertiginoso sendero
de las balas
un rumor, que ya es canto, gloria
recién nacido,
lejos de las piquetas y funerales
palas.
A los vivos, hermanos, nunca se
les olvida.
Cantad ya con nosotros, con
nuestras multitudes
de cara al viento libre, a la
mar, a la vida.
No sois la muerte, sois las
nuevas juventudes.
Pablo de la Torriente Brau a Buitrago.
Poc després es celebra a València
el II Congreso Internacional de Escritores para la defensa de la Cultura. Juan
Marinello (Cuba) presideix la Delegació hispanoamericana. A la clausura
recorda: “...(Yo sé que en mi tierra, donde estar con el pueblo de España no
puede tener las simpatías de los que mandan, no pudo impedirse un homenaje
grandioso a Federico García Lorca, y otro, no menos importante, a Pablo de la
Torriente Brau) (...) Las delegaciones hispanoamericanas en este Gongreso me
han hecho, por una de esas generosas equivocaciones, tan de nuestras gentes, su
Responsable ante este Pleno. Ellas dicen por mi boca que entienden y miden el
tamaño de su compromiso y que lo aceptan. Así será, camaradas. Lo prometemos,
fijo el recuerdo en un hombre que poe escritor, español, por hispanoamericano y
por héroe, merece y exige nuestra mejor palabra y nuestra más comprometida
decisión; en un cubano cuyo nombre, grabado en las paredes de esta sala, es
orgullo y deber: Pblo de la Torriente Brau, camarada intachable en los mejores
días de lucha, camarada ejmplar ahora en su presencia sin mudanza, camarada
guiador en el alba que ya apunta, por Brunete y por Villanueva de la Cañada, en
la claridad del triunfo de España y del triunfo del hombre.”
Foto inèdita
Qui era Pablo de la Torriente
Brau?
Havia nascut a San Juan de Puerto
Rico, però va viure, des dels cinc anys, a Cuba.
Va destacar com a periodista i la
seva militància el va portar aviat a conèixer les presons matxadistes. Al penal
de l’illa de Pinos ─avui Isla de la Juventud─ va conèixer Juan Marinello. El
1935 es va exiliar a Nova Iork i aviat es va traslladar a Madrid com a
corresponsal del New Masses, de Nova Iork i de El Machete, de Mèxic.
Va alternar la tasca de
periodista amb la de Comissari Polític de la Divisió de Valentín González, el
Campesino. Al front, a Majadahonda, cau el 19 de desembre de 1936.
Segons Juan Marinello és una
persona al que el temps no li dóna suficient per tot el que ell vol veure.
Escriu a un amic: “Y no me gusta escribir por el gusto de hacerlo, porque ese
tiempo me hace falta para otras cosas...” “Cada vez me violentan más las
veinticuatro horas miserables que tiene el día...” “ Debía prolongarse el
tiempo aunque fuera por un decreto revolucionario...”
Es converteix en el corresponsal
perfecte a les dues Amèriques: les seves cròniques són reproduïdes al mateix
temps en molts països i fins i tot, el mateix mitjà les reprodueix més d’una
vegada.
Comença a visitar els fronts i
s’està tot un dia acompanyant els milicians, cosa a la que aquests no estan
acostumats. Ja s’està preparant el salt al seu futur més immediat: passa a ser,
també, el Comissari Polític perfecte. Recull Juan Marinello: “Hermano mayor, me
decían al recordarlo, en el cuartel de Alcalá de Henares que lleva su nombre,
los muchachos que habían sido sus discípulos. Si dejar de ser el maestro fue el
combatiente, pero, cediendo a su naturaleza esencial, acabó enseñando del mejor
modo, con el ejemplo. Aquí si que la letra entró con la sangre. (...) Sus jefes
─Galán, Campesino, Candón...─ le profesan un respeto que no acostumbran a la
gente letrada. Una vez más es verdadera la sentencia de Martí: el hombre de
actos no respeta sino al hombre de actos. Ciantas veces oí hablar a Campesino
de su gran Comisario cubano advertí que en su recuento de admiraciones y respetos
andaba solo la medida del soldado, el merecimiento del hombre de acción.”